jueves, 8 de diciembre de 2011

Unas zapatillas de niña y siete céntimos

Hoy he visto unas zapatillas de niña abandonadas, ojalá me cupieran los pies en ellas para ponérmelas y ver a través de los ojos de una niña. 
Unos días antes mis padres me habían dicho que les devolviese el dinero de la natación si no iba a ir, mi sobrina de 5 años estaba pintando en el suelo, esperó a que mis padres se metieran en la cocina y me dijo en voz baja: 

-yo tengo dinero, puedo dejártelo si quieres.

Yo también estaba pintando con ella en el suelo, solté el lapiz y me quedé mirándola con la boca abierta, no me salía ni una palabra, ella me miró extrañada, no entendía porqué me había sorprendido su respuesta. Que linda, quizás tendría un euro en su hucha, o quizás ni siquiera era dinero de verdad.

En una ocasión la llevé a comprar golosinas, me puse un bolso y cogí el móvil y el monedero, vi como ella me imitaba y metía en su bolsito un monedero y un móvil de juguete. Cuando llegamos a la tienda y compramos las golosinas sacó su monedero y dijo: 

-yo pago. 
La cogí en brazos porque no llegaba a la caja y sacó siete céntimos. La dependienta y yo nos echamos a reir.

-Está bien pequeña, pero déjame que pague yo también ¿no? que yo también quiero comer golosinas.

Las dos nos largamos de allí con nuestros respectivos bolsitos, ella queriéndome, y yo mucho más a ella.



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