martes, 31 de enero de 2012

Un corazón remendado y un mago de lentes rojas

Y ayer en el garito más guarro de todo Madrid, entablé conversación con un viejo rockero de pelo largo y blanco y unas gafas con los cristales rojos que se hacía llamar Búfalo y me dijo:

- Se me acabó la pasta para privar, así que me largo a casa llenando cubos de lágrimas.
- Pues estamos igual.
- ¿Tú tambien eres sentimental?
- Mucho
- ¿Te rompieron tu pequeño corazón?
- Si, le dije mirándome la porquería de las zapatillas.
- Cuanto lo siento. Bueno, siempre puedes...
Hizo el gesto de remendarlo y calló un instante. Me miró y me dijo:
- ... pero ya te lo han roto para siempre.


sábado, 28 de enero de 2012

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En varias ocasiones señores ya entrados en canas se sorprendieron de esa chiquilla:
- Niña, yo tardé el doble de años que tú en sacar esas conclusiones, no te tocaba a ti.
- Bueno... los imbéciles no sufren.

"Esto es como decir: en la vida real los imbéciles no sufren, ¿a usted no le gustaría ser imbécil? pues claro, que duda cabe, si usted me dice que los imbéciles no sufren pues encantado de ser imbécil"



martes, 10 de enero de 2012

La niña lunática y el hombre lobo enamorado

Hoy estaba paseando por la calle y me he quedado viendo la luna atontada, porque hoy está especialmente grande y bonita. Cuando he llegado un señor que no deja de sorprenderme me ha dejado un poema en el muro.
Ahí lo dejo:


 Mi niña cree que es una lunática y no es cierto. Mi niña se prendó de la luna porque le deslumbró su brillo entre las sombras y la bruma. Cual algodón de azúcar se la llevó a los labios y se deshizo en su boca, acarició sus senos y se instaló en su pecho. Le reveló sus deseos y le confió sus miedos.

Tan mujer y tan niña, tan fuerte como insegura. Bailó bajo la luz de la luna, desnudo su cuerpo, desnuda su alma. Surcó los mares y paladeó la espuma. Bailó desnuda bajo la luz de la luna y los monstruos y las bestias se enamoraron de ella, de su rostro infantil, de sus senos de nácar, de su corazón de piruleta, rojo y dulce, espinoso y ajado. Lo remendó con hilo de esperanza y oro e intentó ascender hasta ella, peldaño a peldaño, pero se quedó colgada en un ay!, pendiente de un cordón de plata lunera, porque las escaleras que van al cielo hunden sus patas en el cieno de las podredumbres del suelo. Mas  era un hilo esperanzado, inteligente, enamorado. Un hilo del material de los sueños, un hilo de deseo encendido porque ella es puro sexo, sexo puro, porque el sexo sólo es puro cuando no está reprimido ni aprisionado o, cuando estándolo, se ha liberado. Cuando el sexo es libertad, cuando el amor no está condicionado, cuando el deseo es un torrente y el amor es radical y no está hipotecado o calculado. 

Mi niña soñó con ser una embarazada imaginaria, un robot, un espíritu, una bailarina, una muñeca, una funambulista sobre el cable de la vida y una hechicera, y fue todas y ninguna de ellas. Mi niña baila bajo la luz de la luna porque es la reina de las mareas y ella es mi princesa escondida, mi princesa sin reino y con un corazón de piruleta, remendado, mil veces cosido, dolido pero vivo… vivo… vivo. Mi niña está prendada de la luna y yo de ella, con mi cuerpo agotado y sangrante de zarpazos, pero vivo… vivo… vivo.

No, ella no es mía, ni de nadie. Ella es la niña de la luna, ella es libre. Y yo un viejo hombre lobo enamorado de ambas, que no se cansa de hacer brindis al sol y aullar palabras de amor a la luna. 


domingo, 8 de enero de 2012

El color del mar

Estaba sentada en el viejo cesped de una colina con vistas al mar. Se abrazaba las rodillas como cada vez que tiene miedo, el viento le apartaba el pelo de la cara. Miraba hacia el mar con la sonrisa de la Gioconda, y estando allí sentada apareció el y se sentó justo a su lado, sin decir una palabra la miró y volvió su cara hacia el mar. No dijo nada pero ella sabía lo que le estaba diciendo, todo y nada. Los dos se quedaron en aquella colina frente a la profundidad del mar.
Sonó el despertador, mar en su almohada.