domingo, 26 de febrero de 2012

Una llamada extraña

No lo recuerdo muy bien, pero le dije algo así como que le quería, y él me contestó: -venga ya, si hemos perdido toda relación últimamente.
No supe qué decir pero recuerdo que pensé que era por culpa de esa novia suya que le absorbía entero.

Una noche recibí una llamada suya. Me he imaginado cientos de veces actuando de manera diferente al coger ese teléfono, pero la realidad fue esta:
- ¿Hola?
- Hola ¿que tal?
- Bien, ¿y tú?
- Bien, ¿Que haces?
- Acabo de llegar del pueblo, ¿estás bien?
- Si, ¿por qué lo dices?
- Nose, como nunca me llamas...
- Era para saber si estabas bien
- Guay, estoy bien, ¿seguro que no te pasa nada?
- Si
- Ok..
- Bueno, cuidate, un beso
- Un beso
Me quedé unos segundos mirando el móvil, lo guardé y seguí haciendo mis cosas.
Más tarde me enteré del por qué de su llamada, había llamado para despedirse.
Afortunadamente alguien lo encontró en su habitación a tiempo, despertó en un hospital riéndose de la conversación de los médicos. Él nunca pierde su actitud, es un huracán.

Recuerdo estar sentada en el sofá mirando a la nada, estuve un buen rato pensando si quitarle el pepinillo a la hamburguesa. Decidí comerlo.
Lloré tarde, como todos hacemos siempre, quiero decir, no fue su novia la culpable de nuestro distanciamiento, más bien era a mi a quien le estaba absorbiendo alguien. Me equivoqué de persona a la que darle un amor merecido. Él también se equivocó, supongo, debería haberse guardado algo de amor para él, al fin y al cabo era él el que estaba en la jodida camilla de un hospital.
Y así nos pasa a todos en mayor o menor grado, estamos esperando a que sea tarde para darnos cuenta de quien tiene valor y quien está de paso en nuestras vidas.

Algunas personas son como montar en bici, cosas que nunca se olvidan, otras sin embargo están de paso, se dejan atrás sin saber como ni donde, como el que deja aparcada una bici de alquiler en Londres olvidándose de ella como el que se olvida de beber agua en cualquier parte. Supongo que se ve venir, disminuyes el contacto y esperas que se de una ocasión para volver a hablar y sentir que no olvidas y que no te olvidan, pero el sentimiento ya no es digno de conversar más allá del saludo. Cassie tenía razón cuando decía que lo que mas duele de un corazón roto es no saber como te sentías antes, porque si lo olvidas te perderías lo bonito del mundo y todo lo que hay en él.

En mi caso fue una nota de suicidio con sabor a pepinillo y llegue tarde para cuidar de él, de suerte que no para quererle hoy, pero la suerte no siempre nos chupa las pollas y los coños. ¿Sabes lo que quiero decir?

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